Asesoramiento en Salud y Estilo de Vida

El profesional sanitario debería ser un mero facilitador en la consecución de la mejor versión posible de la persona en términos de salud, trabajando sobre el origen y no sobre los síntomas, y pudiendo incidir así en la resolución de disfunciones que se han podido perpetuar a lo largo de los años, en la prevención de aparición de otros problemas, en una mejor calidad de vida y felicidad, e incluso, como suelo explicar, en mejorar a los mejores, es decir, en incrementar el rendimiento deportivo. Se trata de crear un contexto de vida favorable en el que el organismo humano tenga todas las herramientas y materia prima necesarias disponibles a su alcance para, en el caso de aparecer un agente estresor, poder adaptarse y solventar el contratiempo de forma eficaz y rápida.

Por supuesto, nos apoyaremos en un conocimiento profundo de la neurofisiología humana, así como en una valoración exhaustiva y minuciosa de la situación con la que la persona acude a consulta, haciéndole consciente de los diferentes mecanismos de acción que pueden estar interfiriendo en su proceso de estilo de vida saludable, para que pueda comprender y encontrar sentido y coherencia a las diferentes teclas que quizá sea necesario tocar (sueño y descanso, toma de decisiones relevantes, estrategias de movimiento y actividad física, alimentación, organización y cronobiología de tu día a día, suplementación, etc.).

Deberíamos de aspirar a no necesitar recurrir al profesional sanitario de manera rutinaria y cada “x” semanas para apaciguar o solucionar un síntoma que aparece de forma recurrente y que, en muchas ocasiones, hemos normalizado e integrado en nuestras vidas. Y aquí es donde entra la labor preventiva de nuestra profesión, para lo cual, probablemente, es necesario atender al contexto y estilo de vida de la persona, prestando atención a variables que puedan influir en los diferentes sistemas del organismo y perpetuar la disfunción a lo largo de los meses e incluso de los años. Y, es que, en biología, la cantidad y el tamaño importan, es decir, la dosis, pero los momentos y los contextos en los que tiene lugar esa biología, también.

“Reaccionar ante lo bueno y lo malo, y manejar ambas cosas adecuadamente: ahí es donde reside el verdadero gozo de vivir.”