Proceso Diagnóstico. El síntoma.

Para un correcto proceso diagnóstico, necesitamos de una visita bien estructurada y con tiempo suficiente en la que se cree un vínculo, un espacio de encuentro terapeuta-paciente que sea fructífero en cuanto a establecer un objetivo desalud que alcanzar. Será imprescindible utilizar los mismos canales de comunicación, apoyarnos en dibujos, esquemas y ejemplos para facilitar una adecuada comprensión, realizar unos test funcionales específicos y una valoración biomecánica individualizada para cada caso y que sume a un razonamiento lógico, no que reste o nos haga perdernos y desviarnos del camino correcto, para así poder re-encuadrar la situación actual y enfocar siempre el problema hacia la solución.

 

Al margen de lo compleja que pueda ser la biología, debemos convertir los síntomas con los que la persona acude a consulta en un discurso coherente, con sentido común, y rico en matices, traduciendo los conocimientos técnicos del terapeuta en un lenguaje sencillo que llegue y que facilite un aprendizaje profundo de lo que en su organismo puede estar sucediendo. Sólo así podremos terminar formulando una hipótesis diagnóstica bien razonada, y es que no sólo es relevante lo que ha sucedido biológicamente, sino también el contexto en el que ha sucedido, es decir, el cómo ha sido la vivencia emocional y social de lo acontecido, pues muchos síntomas son respuestas adaptativas del organismo en un intento de sobrevivir a contextos patológicos y/o desestructurados. No existen enfermedades, sino enfermos, y debemos de tratar de acercarnos a comprender el cómo esa persona interactúa con su entorno y cómo percibe el mundo, para así poder hacerle regresar a su centro, punto desde el cual va a ser relativamente sencillo encauzar el proceso de curación y deshacernos de los síntomas.

No son pocas las personas que llegan a consulta con los sistemas de alarma encendidos y en búsqueda de respuesta a síntomas con los que conviven desde hace tiempo. Esta situación de alerta, hipervigilancia, e incertidumbre en el sistema nervioso central, ella misma y por sí sola, puede ocasionar la perpetuación del problema a lo largo del tiempo, y no estamos hablando de psicología, sino de neurología. Comprender desde un principio qué sucede, por qué ha pasado, por qué se ha alargado en el tiempo, cómo otros factores han podido influir en el cuadro clínico… son aspectos cruciales que van a calmar y generar paz en el sistema nervioso, punto de partida imprescindible para cualquier proceso de recuperación. El diálogo terapeuta-paciente, en este caso, nos va a servir para generar cierta predisposición, incluso muscular.

“La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque entender es ser libre.”